El robo de un submarino nuclear de una base norteamericana en Corea del Sur es el principio de una pesadilla para los miembros de los Navy Seals enviados para interceptarlo y destruirlo antes de que llegue a las aguas de Corea del Norte. Pero no sólo no consiguen su objetivo sino que los Seals son capturados por los comunistas del Norte y el gobierno norteamericano duda si le es políticamente rentable rescatarlos, puesto que puede agriar las ya de por sí difíciles relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Corea del Norte. Serán los hijos de los comandos los que tomarán la iniciativa y por su cuenta prepararán la liberación de sus padres empleando para ello los planes de la Operación Phoenix que habían preparado las instituciones militares para su posible rescate del campo de prisioneros.